Publicado: 17 de Enero de 2020

Si tenemos en cuenta solo la diversidad y los orígenes tan diferentes de los loros (desde África, hasta Australia pasando por América) es fácil entender lo variopinto de las dietas de éstas aves debido al hábitat y a sus necesidades y a otros factores como las estaciones del año, los competidores naturales, etc, basta con comparar a un Periquito Australiano con un Guacamayo que viene de América del Central o del Sur, o con un Kea de Nueva Zelanda.

Al respecto existen pocos estudios, en general y muchos menos referentes a alguna especie en particular, en definitiva: NO SE CONOCE REALMENTE TODO LO QUE COMEN LOS LOROS EN SU MEDIO NATURAL.
La tendencia habitual es alimentar a nuestros loros con mezcla de semillas o en el peor de los casos solo con pipas de girasol. Alimentamos a nuestras mascotas básicamente con grasa, escasas proteínas, poca vitamina A, demasiado fósforo y poco calcio (necesitan más calcio que fósforo). Los conducimos de manera crónica a padecer diversas patologías graves y a veces incluso irreversibles, ¡una catástrofe!

¿Cómo intentar balancear en lo posible la dieta? La adición de fruta puede ayudar, aunque no solucione el problema, las frutas disponibles aquí no tienen nada que ver con las que hay en el medio natural, además según la época del año consumen unas u otras, y verdosas, maduras y hasta demasiado maduras según la época, en cualquier caso, en comparación con la naturaleza, siempre será diferente la relación de nutrientes que les aportemos.
Entonces pensamos en la “solución mágica”, el pienso para loros, aunque fuese la solución, éste debería variar según las necesidades fisiológicas del loro, su actividad física (incluyendo si vuela o no), su sexo, edad (en crecimiento, adulto o un animal mayor), el estado reproductivo, la época del año, el estado fisiológico, que esté sano, enfermo o convaleciente, y más variables. Casi siempre con el pienso estamos aportando un exceso de nutrientes que terminan pasando factura igual que en el caso de las carencias, a veces los excesos cobran un muy alto precio.

Aconsejamos una dieta lo más variada posible, ayuda el emplear fruta de temporada. Se debe tener cuidado con las frutas o verduras tóxicas, como curiosidad comentar que el perejil no es tóxico, solo en grandes cantidades (para los humanos también es tóxico a altas dosis), dos ramitas una o dos veces por semana constituyen una fuente extra de hierro. Lo ideal es preparar ensaladas de frutas y verduras cada día, la verdura de hoja verde por lo general, es de la más recomendable. Cuidado con los tubérculos, por ejemplo la cáscara de las papas crudas es muy tóxica, en cambio la remolacha, ya sea cruda o cocida es un buen alimento. Otros recomendables por su alto valor proteico lo constituyen los germinados de semillas. También legumbres cocidas o pasta sin ningún aditivo son alimentos que ayudan a complementar la dieta de nuestras aves.

La dieta debe de contener aproximadamente un 50% de pienso de la mejor calidad, un 40% de fruta y verdura, y tan solo un 10% de semillas.
En otro orden de cosas, es muy interesante, el “esconder” buena parte de los alimentos, dentro de ciertos dispositivos de construcción casera o de los disponibles en establecimientos especializados, esto los obligan a “jugar” para encontrarlos lo que revierte en salud física y emocional pues promueve el ejercicio y el entretenimiento.